Blogia
Poeta del fin del mundo

La Muerte y su Verguenza

La Muerte y su Verguenza

Recuerdo que de niño,

Solía retraerme tanto

Y quedar tan inmóvil,

Tan quieto como un árbol seco,

Como una piedra en el desierto,

Que la muerte envidió mis trucos.

¡Ay de ti, infinita noche negra!

Si supieras que al nacer

Tu manto se extendió sombrío

Sobre mi rostro

Mientras la vida se presentaba apresurada

Y besaba mi aliento.

Ignoras que me contagié de ti

Con mi primer llanto

Y que los secretos de mi serenidad

Son tus virtudes.

Pobre vieja,

Te ves desvalida y frágil,

Descontrolada por no comprender

Lo inerte que puedo ser,

Casi tuyo,

Alejando al borde del sacrificio

Rastros de vida en mi cara.

Merodeas cuando duermo

Sin entender la pasividad que me inunda

Y que te enferma.

Te niegas a tomar mi alma

Con tu mano roñosa.

Te niegas a hacer tu trabajo en mí

Y esperas a que yo ceda

Y te cuchichee al oído,

En la noche,

Sin que nadie más escuche

Y haga más inmensa tu vergüenza,

Cuál es mi enigma.

Eso soy para ti,

Presa que espera ser devorada y acertijo.

Duda y deseo.

Pero aún no te contaré lo que quieres saber.

Dejaré que el tiempo pase

Y que te sientas derrotada y pasmada

Con la frialdad de mi mirada.

De esa forma vengaré a mis antepasados.

Y cuando estés tan disminuida,

Que tu presencia sea un recuerdo

De lo engreída que te veías antes,

Con el miedo que producía tu voz,

Miraré directo a tus ojos solitarios

Y te gritaré a la cara todo.

Y reiré y reiré.

Y mis risas serán un murmullo

Estridente en la soledad de tu reino.

No podrás hacer nada más que venir por mí.

No podrás atormentarme ni darme más dolor.

Solo en la vida hay dolor y no en tus parajes.

Solo antes de ser tuyo hay pesar,

Y no en lo infinito de tus días.

¿Qué harás entonces, cómo podrás castigarme?

¿Me evitarás y pretenderás hacer mi existencia más penosa?

No puedes, eres muerte.

Y a tu pesar,

La vida que hay en mí te llama

Como el agua al caminante sediento.

Rafael Toro.

 

 

0 comentarios